Monseñor Báez: “Jesús sigue siendo crucificado allí donde se irrespeta la dignidad, la libertad y la vida”

El evangelio de Lucas fue el epicentro del mensaje de Monseñor Silvio José Báez, obispo auxiliar de Managua, este Domingo de Ramos, en donde narra la agonía de Jesús en la cruz en un modo dramático.

El líder religioso explicó que Jesús sigue siendo crucificado allí donde se irrespeta la dignidad, la libertad y la vida de las personas; en los pueblos que sufren la guerra o la opresión a causa de poderosos desquiciados y malévolos y en las sociedades empobrecidas a causa de la corrupción.

“La gente estaba mirando”, dice al referirse a la crucifixión de Jesús, “como si aquello fuese un espectáculo. Miraban con indiferencia y frialdad, sin conmoverse ni indignarse”. A lo que agrega que es inhumano acostumbrarse a ver el dolor ajeno sin sentir nada en el propio corazón.

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En su mensaje, Báez advierte que es escandaloso volverse espectadores de la injusticia del mundo, desde el “cómodo balcón de la indiferencia, mientras no les toca sufrir.

“Este es el mayor mal de nuestra sociedad”, afirma.

Este Domingo de Ramos, inicio de la Semana Santa, Báez manifiesta que estos días santos son una ocasión propicia para volver la mirada al Señor Crucificado, para sentirse amados y acogidos por un Dios que está presente en la soledad y miedos, deseoso siempre de colmar de su ternura y su perdón al ser humano.

El jerarca católico relató que delante de la cruz de Jesús, las autoridades religiosas se burlaban de él haciéndole muecas y diciéndole: “Ha salvado a otros, que se salve a sí mismo” (Lc 23,35). También los soldados “se burlaban de él”, y le decían lo mismo: “Sálvate a ti mismo” (Lc 23,37). Que se salve a sí mismo, sálvate a ti mismo.

Para Monseñor Báez esta es la lógica del mundo. Salvarse a sí mismo, pensar en sí mismo, ir adelante en la vida, no importando si se pisotea a los demás.

Perdónalos porque no saben lo que hacen

A pesar de la burla- sigue diciendo Báez- Jesús ora sin odio ni amargura, diciendo: “Padre, perdónalos” (Lc 23,34)., aún cuando el sufrimiento invade todo su ser, Jesús manifiesta un solo deseo: poder perdonar al ser humano.

Las palabras de Jesús representan otro modo de ver el mundo, otra forma de relacionarse con la humanidad. Jesús no piensa en salvarse a sí mismo, piensa en los demás. No responde con rabia contra sus verdugos, sino rezando por ellos, pidiendo a Dios que los perdone, explica el religioso.

“Jesús prefiere pasar por condenado, antes de condenar. En la cruz Jesús nos revela que Dios no está dispuesto a destruir a los injustos y malvados, ni quiere vengarse de los pecadores”, dijo en su homilía.

Desde la cruz, Jesús no solo ora al Padre diciendo: “Perdónalos”, sino que añade: “porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34). ¿No sabían lo que hacían aquellos verdugos? Por supuesto que sí lo sabían. La condena y la muerte de Jesús había sido planeada con premeditación y los soldados al pie de la cruz sabían que le quitaban la vida a un ser humano, agrega.

“A Dios le duelen los niños y las mujeres que huyen de Ucrania bajo las bombas, Dios padece la pobreza y la incertidumbre de quienes se ven forzados al exilio en nuestros países, Dios sufre con los presos políticos condenados y maltratados injustamente, Dios llora con las madres de las víctimas de la represión”, expresó.

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Monseñor Silvio Báez indicó que no se puede besar la cruz de Jesús o llevarla colgada en el pecho e ignorar a los crucificados de hoy.

“Acogemos a Jesús crucificado llorando con quien llora y siendo compasivos con quienes sufren, acercándonos a los últimos del mundo, escuchando el grito de las víctimas y siendo solidarios con sus exigencias de justicia”, advirtió.