Murillo aún revive su 2018: pedíamos a la Guadalupe por esos que tocaban campanas y manchaban las calles

Entre ataques y desahogos, este martes la vocera sandinista, Rosario Murillo, volvió a remover el contexto del estallido social y político de 2018 para arremeter nuevamente en contra de los sacerdotes católicos, a quienes tildó de ser “representantes del demonio”.

Durante 10 minutos de histeria y sulfuria, la vicedictadora mezcló su discurso de odio con halagos por la celebración de este 12 de diciembre en honor a la Virgen de Guadalupe, y luego regresó con sus agresiones en contra de la iglesia católica y los opositores, de quienes en otras veces se ha referido como “chupa sangre”.

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Murillo dijo que “nunca” logró olvidar aquellos “momentos duros” de 2018 cuando “imploraba” a la Virgen de Guadalupe con “oraciones, veladoras, incienso, rosarios (y) Ave María” mientras en las calles del país la población exigía su renuncia y ella respondía con bala y muerte.

“Cuánto la hemos implorado en los momentos duros cuando nos azotaba el golpismo, el terrorismo, la criminalidad, el odio, cómo no la implorábamos y cómo no elevamos nuestras oraciones”, expresó.

La vocera sandinista también justificó su asedio y odio en contra de los colores azul y blanco de la bandera de Nicaragua asegurando que la población que se manifestaba en las calles “pintarrajeaba” con los “colores del odio diabólico que algunos malos nicaragüenses querían sembrar”.

“Pintarrajiaban no con los colores de la bandera nacional porque esos no eran los colores de la bandera, eran los colores del odio diabólico”, manifestó.

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Acusó a los sacerdotes de provocar las muertes de manifestantes

En su misma retórica de odio, Murillo también removió aquellas noches cuando en las iglesias sonaban las campanas anunciando la llegada de paramilitares quien con armamento de guerra llegaban para asesinar a los manifestantes, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), mismo organismo que contabiliza 355 nicaragüenses asesinados en el contexto de las manifestaciones antigubernamentales.

La vicedictadora aseguró que los sacerdotes hacían sonar las campanas para enviar a los jóvenes a ser asesinados por los paramilitares, y se “lavó las manos” diciendo que quienes fueron víctimas de asesinato eran los mismo que torturaban a su militancia sandinista.

“Cómo vamos a olvidar a aquellos que iban a tocar campanas para que anduvieran compañeros y compañeras, exponerlos al asesinato, a la captura, al secuestro. Cómo vamos a olvidar que en el nombre de Dios y de Cristo Jesús se blasfemaba y se llenaba el país de odio. Cómo vamos a olvidar a los que ahora desde fueran siguen inútilmente”, prosiguió.

En medio de sus recuerdos agresivos y sin fundamento en contra de la iglesia católica, Murillo también dijo que los sacerdotes “no son líderes religiosos, no son representantes ni de Dios, ni de nuestros santos, ni de María en sus distintas advocaciones”, sino que son “representantes del demonio”.

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“Aquí lo vivimos, lo sufrimos, nos dolió. Nos dolió que lo hicieran en nombre de Dios porque golpearon, porque la fe que en Nicaragua se construye muchos de nosotros fuimos perdiendo, incluso de quienes se proclamaban intercesores, intermediarios”, añadió.

Finalmente, la vocera sandinista recordó el destierro de sacerdotes en Nicaragua como una práctica de “lucha contra el demonio”, y dijo que el “amor y la esperanza” que tanto profesa su dictadura, se demuestra con la expulsión de todos los sacerdotes y los obispos que criticaron y condenaron la represión de la Policía sandinista y paramilitares.

Cuántas aberraciones las que conocimos. Qué cosa, va de retro, para atrás, para atrás satanás, como los sacamos de aquí, para atrás, porque aquí damos demostraciones de amor y esperanza, de amor cristiano, socialista y solidario”, finalizó.