Cinco años de luto e impunidad: Abril marca una ruta por la libertad

Han pasado 5 años desde que una chispa encendió el furor de todo un pueblo que contuvo por más de cuatro décadas la corrupción y el eterno “gobierno” de una dictadura, pero que, en Abril de 2018, marcó el inicio de una lucha que hoy continúa en Nicaragua; una lucha por la libertad, justicia y democracia, aunque todavía “cuesta respirar”.

“Me duele respirar”; las últimas palabras de un adolescente de 15 años que fue víctima de la represión del régimen sandinista marcaron la historia y la memoria de quienes vivieron en carne propia la represión y el asesinato de quienes lucharon por ver una Nicaragua libre.

Abril 2018 no solamente representa el despertar de una juventud adormecida, ignorante de la política y los verdaderos problemas que agobian al país, sino también, el inicio del fin de una familia dictatorial que ha gobernado por más de 40 años, porque “los nicaragüenses saben derrocar dictadores”.

El mes de abril se convirtió en el ADN, desde hace 5 años, para quienes aún exigen justicia por los más de 350 jóvenes que fueron asesinados por turbas policiales y parapoliciales al servicio del binomio sandinista, que salieron a las calles a protestar en apoyo a los ancianos que se manifestaron en contra de las reformas al Seguro Social.

Un 16 de abril de 2018, Daniel Ortega informó en cadena nacional, unas reformas al Seguro Social con el fin de evitar la quiebra del INSS. Estas proponían nuevas tasas de pagos a la seguridad social en las que la institución reduciría el 7% en vez del 6,25% del salario de los empleados; mientras tanto, en el caso de los empleadores pasarían de pagar el 19% al 22,5% de los salarios de sus trabajadores, y los jubilados tendrían que contribuir con el 5% del monto que reciben como pensión de retiro.

Los jubilados al no estar de acuerdo con la reducción de sus mensualidades por las que tanto trabajaron, salieron a las calles a protestar en contra de las reformas, sin embargo, el régimen Ortega-Murillo respondió enviando a sus turbas Sandinistas que desalojaron a los ancianos con golpes y empujones, hecho que enfureció al estudiantado.

La juventud nicaragüense perdió el miedo y se auto convocaron para protestar en los distintos rincones del país el 18 de abril de 2018. Esta fecha marcó el inicio de una lucha incesante no sólo por el respeto a los derechos civiles y políticos, sino también el día en el que demandaron la salida de la dictadura sandinista que ocupa ilegalmente el Poder Ejecutivo.

Las manifestaciones fueron reprimidas brutalmente. El caudillo sandinista, Daniel Ortega, ordenó a sus fuerzas armadas desplegar sin medida a quienes protestaban en contra de gobierno, provocando las primeras muertes el 19 de abril.

Unos de los primeros asesinados fue el joven Darwin Manuel Urbina, ultimado en la Universidad Politécnica de Nicaragua (UPOLI) por un disparo en su garganta durante los ataques de las turbas sandinistas a estudiantes del centro de estudio.

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Ese mismo día se reportó la muerte de Hilton Rafael Manzanares Alvarado, subinspector de la Dirección de Operaciones Especiales de la Policía Nacional (DOEP), producto de una pedrada y el asesinato del joven de 17 años, Richard Bermúdez Pavón, estudiante de secundaria ultimado por varios disparos en su cuerpo cerca del Parque Central de Tipitapa.

Las protestas eran totalmente cívicas y pacíficas, sin embargo, la tiranía Sandinista intentó a toda costa manchar la legitimidad de las mismas, al sacar a sus miembros de la Juventud Sandinista para cometer actos de vandalismo y saquear distintos negocios del país; actos que fueron atribuidos a los manifestantes azul y blanco.

La represión ya se había salido de control. En el cuarto día consecutivo de incesantes rebeliones, ya se reportaban más de 50 asesinatos en los distintos departamentos del país, incluyendo el asesinato de Álvaro Conrado el 20 de abril de 2018 que fue ultimado por llevar agua a los estudiantes que resistían a los brutales ataques por oficiales y paramilitares frente a las instalaciones de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI).

El adolescente recibió un disparo en su cuello y mientras agonizaba frente a cientos de universitarios, dijo sus últimas palabras “me duele respirar”, frase utilizada como lema por quienes aún exigen justicia por la muerte de Alvarito Conrado.

Las agresiones aumentaron de nivel, pues todo un país lloraba de ira por la sangre de hermanos que fue derramada en cada universidad y tranque donde se protegían de su propia muerte.

A partir del 20 de abril de 2018, los ataques no solamente fueron dirigidos hacia manifestantes, sino también contra el gremio periodístico que dio cobertura a cada una de las protestas en todo el territorio Nacional, siendo víctimas de robos, golpizas y hasta asesinato.

En esa misma fecha se produjo el asesinato del periodista Ángel Eduardo Gaona López en la Región Autónoma de la Costa Caribe, cuando daba cobertura al enfrentamiento entre manifestantes y policías en Bluefields. Gaona fue asesinado de un certero disparo en la cabeza frente a su esposa Migueliuth Sandoval.

Las muertes, el caos y el país totalmente paralizado, afectando significativamente la economía Nacional, obligaron a Daniel Ortega a echarse para atrás con sus reformas al Seguro Social.

Un 22 de abril de ese año, Ortega se presentó por primera vez desde el inicio de las protestas, para anunciar la suspensión de las reformas a la seguridad social, suponiendo que con esa acción iba a provocar el cese de las manifestaciones.

“Esta resolución que estoy dando en estos momentos, que acaba de aprobar el Consejo Directivo de la Seguridad Social, lo que está haciendo es revocando, o sea cancelando, poniendo a un lado, la resolución anterior del 16 de abril del año 2018, que fue la resolución que sirvió como detonante para que se iniciara toda esta situación de protesta”, anunció Ortega.

Sin embargo, los estudiantes que aún permanecían en las calles, manifestaron que las protestas iban a continuar porque sus demandas ya no era la revocación de las reformas al INN, sino, la salida de la familia Ortega Murillo del poder.

Fallido Diálogo Nacional

A casi un mes de incansables protestas que provocaron duros enfrentamientos entre manifestantes y las “fuerzas de choque”, la oposición logró doblegar a Ortega e hizo que aceptara el inicio de un Diálogo Nacional que buscaba una salida pacífica a la crisis sociopolítica de Nicaragua, sumida desde el 18 de abril de 2018.

La negociación dio inicio el 16 de mayo de ese mismo año y fue televisada a través de Canal Católico de Nicaragua. Este contó con la mediación de la iglesia católica y observación del que fue el Nuncio Apostólico Waldemar Stanisław Sommertag.

En este primeras conversaciones participaron diversos sectores del país como el empresariado, la sociedad civil, el campesinado, el estudiantado, entre otros, con el fin de que cada grupo expusiera sobre la mesa los puntos a negociar.

No obstante, los universitarios, liderado por el joven Lesther Alemán, se saltó la palabra e hizo un fuerte reclamo, un preámbulo de la confrontación que se daría durante el diálogo de una hora.

“Hemos decidido estar en esta mesa para exigirles, ahorita mismo, que ordene el cese inmediato de los ataques que están sucediendo en el país”, dijo el líder estudiantil.

“Esta no es una mesa de diálogo, es una mesa para negociar su salida, y lo sabe muy bien”, remató en tono desafiante.

Seguido de esto, Alemán cuestionó al gabinete oficialista si “¿Pueden dormir tranquilos? Nosotros no. Nosotros hemos puesto los muertos, hemos puesto a los desaparecidos, a los que están secuestrados”.

Más adelante, otra estudiante le leyó al mandatario los nombres de casi una decena de los que calificaron como “sus muertos”, con sus compañeros gritando “¡Presente!” después de cada uno de ellos.

Ante la vergonzosa humillación de los estudiantes a Ortega ese 16 de mayo y las discrepancias en las negociaciones para poner fin a la crisis en Nicaragua, la mesa de Diálogo fue suspendida el 23 de mayo de 2018

Durante y después de este período de negociación, los ataques nunca cesaron.

Las peores masacres

El 30 de mayo, fecha en que se celebra el Día de las Madres, el régimen sandinista de los Ortega Murillo ejecutaron una de las peores masacres durante una caminata organizada por las madres de las víctimas de abril.

La denominada “Madre de todas las Marchas”, fue una crónica de una masacre anunciada, pues troles Sandinistas, un día antes de la caminata, advirtieron a través de sus páginas y perfiles falsos que algo “grande” iba a suceder

La masiva convocatoria recorrió la carretera a Masaya, la avenida principal de la capital Managua, y finalizó frente a las instalaciones de la Universidad Centroamericana (UCA). La caravana fue encabeza por las madres de abril, quienes portaban una pancarta de varios metros de largo con las imágenes de todos los asesinados por las turbas y fuerzas policiales Sandinistas.

Al finalizar el recorrido, francotiradores con AK-47 apostados dentro del nuevo estadio de béisbol Denis Martínez, iniciaron una de las peores masacres empañando de sangre inocente una marcha que se convocó en apoyo a quienes perdieron la vida de un familiar en abril 2018.

Los disparos eran certeros, todos en la cabeza, tórax y cuello. Ante la falta de atención médica por paramédicos de la Cruz Roja, los heridos de bala morían en el lugar; mientras otros, en medio del caos, solicitaban a gritos una motocicleta o un vehículo para trasladar a los baleados a un centro hospitalario.

Los cuerpos de los heridos iban guindados en las motocicletas, mientras se desangraban en el trayendo para ser atendidos en un hospital.

Ese 30 de mayo, las huestes represoras de Ortega asesinaron a al menos 16 estudiantes opositores, según un recuento realizado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que se encontraban en el preciso lugar del ataque.

Operación Limpieza

Luego del terrible ataque a la Madre de todas las Marchas, las fuerzas policiales y parapoliciales iniciaron la jornada más sangrienta en casi tres meses las protestas contra el gobierno Ortega Murillo.

Distintos departamentos del país fueron convertidos en verdaderas zonas de combate por las numerosas barricadas que los manifestantes levantaron para protegerse de los disparos de las turbas armadas. Las barricadas eran trozos de adoquines que eran extraídos del concreto que los unía.

Los tranques, más que ser un medio de protección, era un símbolo de resistencia que los estudiantes estaban dispuestos a permanecer hasta que Ortega renunciara a la presidencia. Sin embargo, tras el levantamiento de estos, el régimen demostró que no estaba dispuesto en abandonar el poder y que podría llegar hasta las últimas consecuencias, aunque eso significara más derramamiento de sangre.

En julio de 2018, Ortega prometió derribar los tranques a cambio de sangre. Las barricadas permanecieron desde el día uno en Matagalpa, León, Masaya, Chinandega, Managua, Jinotepe, Diriamba, Carazo, entre otros.

Los muertos eran incontables. La operación limpieza, traían al recuerdo la Navidad Roja de los años 80, otra masacre ejecutada por el gobierno Sandinista contra poblaciones indígenas de la Costa Atlántica, que supuestamente apoyaron una intervención internacional liderada por los “Contra”. Ortega, junto a los comandantes de la Seguridad del Estado, desataron el terror asesinando a todo aquel que consideraban como opositores al Frente Sandinista.

Esas mismas noches de terror y sangre vivieron los estudiantes atrincherados de julio 2018, que mientras las fuerzas armadas recetaban balas, ellos lo único que portaban eran piedras, morteros y bombas artesanales, mejor conocidas como “bombas molotov”, para defenderse de las ráfagas de fusiles AK-47, Dragunov, ametralladoras PKM, M 16, Remington 700, Jericho 941, Mossberg 500, tal y como documentaron las organizaciones de derechos humanos nacionales e internacionales.

De acuerdo con Ortega, su gobierno actuó “ante el sufrimiento cotidiano impuesto a las familias nicaragüenses que desde el 18 de abril de este año han padecido la violencia de terroristas que han asesinado, torturado, y secuestrado a centenares de ciudadanos… le corresponde al Estado actuar conforme a la ley”.

A esta sangrienta jornada, la tiranía Sandinista sumó en su lista de asesinados a otros 31 opositores atrincherados.

Masacre en la iglesia Divina Misericordia

Uno de los últimos hechos que demostró lo despiadada que es esta dictadura, fue la masacre contra los estudiantes de la UNAN Managua que se refugiaron en la iglesia Divina Misericordia.

Fueron más de 18 horas de conmoción. Los estudiantes atrincherados en la UNAN fueron esparcidos con el objetivo de recurar las instalaciones que fueron tomadas por los académicos desde el inicio de las protestas. Tras los constantes disparos, los universitarios se replegaron en busca de la Iglesia Divina Misericordia, ubicada a un costado de la universidad, para refugiarse en lo que creían era un lugar que nunca atacarían.

Los manifestantes no tuvieron de otra que pasar en el suelo por más de 10 horas ante las incesantes ráfagas. Varios de los refugiados transmitieron en vivo a través de la red social Facebook para despedirse de sus familiares al verse completamente rodeados e indefensos.

Después de la hora 16, se informó sobre la muerte de dos víctimas mortales, Gerald Vásquez y Francisco Flores. Ambos agonizaron dentro de la parroquia, sin que nadie pudiese hacer algo por su vida, pues estaban totalmente rodeados.

Pese a esto, los ataques no cesaron. Muchos creyeron que era el final, pero había una esperanza. ¡La iglesia católica!

Ante el terrible episodio, la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) negociaba con el gobierno para tratar de liberar a los estudiantes, pero el primer intento, fue fallido. Solo lograron la libertad de dos periodistas internacionales que quedaron atrapados cuando cubrían los eventos; Joshua Partlow de The Washington Post e Ismael López de BBC Mundo.

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El 15 de julio de 2018, tras permanecer bajo fuego por más de 16 horas, al menos 60 estudiantes fueron liberados gracias a las negociaciones entre la CEN y Ortega que duró más de 10 horas.

Esto no significó una derrota a la lucha estudiantil tras el levantamiento de los tranques y la “Operación Limpieza” ejecutada por la dictadura, sino el continuar de un abril aguerrido que aún mantiene encendida la llama, y que pronto verá florecer la justicia a favor de los más de 350 héroes asesinados.