Monseñor Báez afirma que confiando en Jesús siempre se podrá hacer algo frente a los poderes tiránicos

Monseñor Silvio Báez, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, meditó este domingo en el evangelio de San Lucas, específicamente en el encuentro entre Jesús y Simón Pedro, cuando este se mostró desanimado, impotente y fracasado por no haber pescado en toda la noche.

El jerarca católico relató que Simón y sus compañeros habían pasado pescando toda la noche y no lograron pescar nada, todo había sido inútil. No es difícil percibir en aquellas palabras de Simón el amargo sabor de quien se siente fracasado al constatar que todo el esfuerzo realizado ha sido inútil al no conseguir lo que se esperaba.

“Todos sabemos lo duro que es el fracaso, sentirnos inútiles, descubrirnos con las manos vacías y llenos de frustración en el corazón. Hay fracasos en el trabajo, en la vida matrimonial, en los negocios, en los estudios, en las relaciones con los demás”, expresó.

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Agregó que la “nada” es sinónimo de ausencia y de vacío, cuando se apodera del corazón llega la tristeza y la depresión y se pierde el gusto por la vida.

Báez destaca que si confiamos en la palabra de Jesús y permitimos que “suba a la barca de nuestra vida”, aunque hayamos probado el fracaso, aunque sintamos que no tenemos nada que ofrecerle, él transforma nuestra existencia, la renueva y la hace fecunda.

“Hay fracasos también en la lucha por construir sociedades justas y democráticas. A veces se ha pagado un precio demasiado alto de vidas humanas, de sufrimiento, de exilio, de pobreza, y llega un momento en que todo nos puede parecer inútil”, subrayó.

El obispo también explicó en su homilía que la “nada” del vacío, que carcome el corazón, y “la noche”, que aterroriza con sus tinieblas, pueden debilitar las luchas sociales más nobles. Cuando las fuerzas tenebrosas de los poderes tiránicos parecen triunfar, es fácil sucumbir a la tentación de acomodarse al sometimiento, resignarse a “la nada” y a “la noche”, abandonar la lucha y sentirse derrotado.

Nuevos horizontes de libertad para los pueblos sometidos.

Báez indicó que lo que ocurrió a Simón Pedro y a sus compañeros aquella mañana en el lago, nos enseña que cuando confiamos en Jesús ningún fracaso es definitivo.

“Lo peor que le puede ocurrir a un pueblo es pensar que ya no se puede hacer nada. Si confiamos en Jesús, siempre se podrá hacer algo. Tarde o temprano se abren nuevos horizontes de libertad para los pueblos sometidos”, expresó.

Así mismo manifestó que Jesús no nos quiere fracasados, víctimas de la nada y de la noche. La fe en Jesús no elimina las travesías difíciles, las noches inútiles y las redes vacías. Siempre habrá momentos de cansancio y de oscuridad, de frustraciones y de tristeza, pero con él no quedaremos nunca con las manos vacías, el rostro triste y el corazón amargado por la desilusión.

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“Apoyados en la palabra de Jesús siempre volveremos a navegar, no nos faltará luz en la noche, seremos fuertes en la debilidad y fecundos en el fracaso”, dijo el jerarca católico.