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  • 4:24 pm
  • Abr 18, 2022

Jóvenes y estudiantes, el rostro irreverente que se alzó en abril y no se detiene

Por las principales avenidas de Managua se apreciaban los zapatos que pisaban el suelo y afirmaban con valentía sus pasos aquella segunda semana de abril del año 2018. La vestimenta era casual, sport, hasta adecuada para diversas situaciones. Se distinguía que eran prendas de la época, juveniles, de la chavalada. En efecto, los rostros que […]
estudiantes universitarios protestan contra la dictadura en nicaragua desde 2018
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Por las principales avenidas de Managua se apreciaban los zapatos que pisaban el suelo y afirmaban con valentía sus pasos aquella segunda semana de abril del año 2018.


La vestimenta era casual, sport, hasta adecuada para diversas situaciones. Se distinguía que eran prendas de la época, juveniles, de la chavalada. En efecto, los rostros que se apreciaban avanzar eran de jóvenes estudiantes que incluso cargaban sus mochilas al hombro y bolsos en sus manos.

Sobresalía la bandera del país, la agitaban con potencia y gritaban a todo pulmón: ¡Justicia!

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En el país las manifestaciones se desarrollaron al conocer que ancianos eran vapuleados por agentes de la policía, por protestar, esto en León, contra las reformas al seguro social que perjudicaba a los jubilados al bajarles el valor de sus pensiones.

Las marchas y plantones se multiplicaron y la respuesta del gobierno fue represión, dura y cruda, a golpes, pedradas, lanzaron grupos de choque, bombas lacrimógenas y detenciones.

Todo se convulsionó, pero los jóvenes persistían con sus protestas en las calles; a sus demandas le sumaron, la dimisión de lo que se convirtió en una funesta, antojadiza, temperamental y destructiva dictadura.

Los agentes de la dictadura cercaban a los jóvenes los golpeaban arrastraban y encarcelaban

Al pasar los días, el 18 y 19 de abril, la agresividad estatal incrementó. Se vinieron “con todo” y asesinaron a las tres primeras víctimas. En ese entonces ya las universidades habían sido tomadas por los estudiantes que hacían presión cívica y pacífica contra Daniel Ortega y su virulenta mujer y vicepresidente Rosario Murillo.

La presión la ejerció una generación que era casi invisible en temas de relevancia nacional y no se diga en política; casi nadie apostaba por ellos, pero se equivocaron, simplemente eran un ave en reposo que alzó sus alas y no tenía como opción el cautiverio.

“Es una generación que dijo basta y a raíz de eso todos los sectores de la Sociedad Civil nos acompañaron en ese objetivo que teníamos en abril de 2018 que fue el despertar de todo lo que ha pasado ya a cuatro años”, reflexiona Yunova Acosta, miembro de la Alianza Universitaria (AUN).

Si bien reza el dicho “un joven lleva por dentro fuego”, la acumulación de ese elemento creó la erupción de un volcán, uno azul y blanco que externó su desprecio al rojo y negro de una bandera partidaria, violentada, secuestrada e irrescatable.

El rostro de Nicaragua cambió, dejó de ser aquel holdin y hermanamiento de personas mayores que arrastraban vicios bélicos, pensamientos rancios, que abonaban al caudillismo político de derecha e izquierda y que se revolcaban en su propia suciedad de corrupción, pactos, prebendas y jugosas partidas en el ámbito empresarial.

Al paso salió el estudiantado, esos cerebros frescos, con visiones abismalmente distintas de cómo se observa la vida y cómo se debe vivirla; sin opresión, ni violencia, con respeto, con políticas públicas de verdadero desarrollo social y sobre todo sin el culto a la personalidad de, erróneamente, idealizadas figuras que respiran sólo en el poder y les excita saber que dominan, llegan al clímax enfermizo cuando usan la fuerza para tal fin.

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Fueron reprendidos y no hay tal comparación a una paliza de padre a hijo, era sin miedo a equivocarnos el castigo por rebelarse, por esbozar verdades, por imponer sus derechos que valían y valen hasta hoy. El gobierno los quiso desaparecer, exterminar, más no tenían una varita mágica para hacerlo, recurrieron a su naturaleza, a las torturas, a las balas que impactaban en cuello, cabeza y pecho, era así como atendieron el “problema”.

Veíamos caer uno, otro, y otro más. Las escenas no se borran de aquellos charcos de sangre que desmembraban los sentimientos de todo un pueblo, lloraron por los suyos, pero no pararon, pese a las consecuencias.

La policía y paramilitares disparaban en cuello pecho y cabeza de los universitarios que se alzaban en las calles

“El poder tener ese germen de cambio por parte de la juventud nicaragüense es algo que todavía es parte de esos valores, el valor de la justicia, la justicia transicional. Otro de los principios es el reconocimiento a la igualdad, esta nueva generación somos más conscientes de las luchas históricas”, contó María Laura, una joven activista de la Unidad Nacional Azul y Blanco.

Cuatro años más tarde viran el rostro hacia atrás y saben que no ha sido fácil y que, lamentablemente, en política tratan de desfigurar su liderazgo, de utilizarlos para llenar algunos espacios, pero no apoderarse de ellos y tomar las riendas de un futuro con raciocinio contemporáneo. Esa lucha es contra la tiranía y con los que se revisten de democracia, pero frenan el despegue de lo que estaría predeterminado a pasar: un cambio en todas las esferas.

“Además de la construcción de la democracia también está la estructuración de un verdadero sistema que apueste a que los jóvenes se construyan de forma integral …parte de esa deuda, que esta clase que ha tenido el control del país tiene, es dar paso a que nosotros como jóvenes, impulsemos este cambio y que lo trabajemos”, aseveró al respecto Enrique Martínez, un estudiante que vio truncado sus sueños en su país y ahora radica en Costa Rica, luchando por ser un profesional, derecho que le negó la dictadura.

De esa deuda no se olvidan, así como no olvidan continuar demandando la rendición de cuentas a la pareja dictatorial por acabar con las ilusiones de decenas de estudiantes y servir como piedra en el camino a aquellos que expulsó de los centros superiores de educación como un revanchismo y muestra de saña.

Los jóvenes les enseñaron a quienes les enseñaban, que la moral ciudadana no tiene edad; la cultivaron abriendo los ojos de los que estaban ciegos, de los amantes de la resignación, y los más álgidos creadores de dictaduras, alimentadas por las pleitesías, el “Sí Señor”, “Sí señora”, o simplemente de aquel que como lo refiere el refrán “donde va Vicente, va la gente” haciéndole bulto en las actividades de “apariciones reales”, donde el “rey y la reina saludaban cordialmente desde una tarima y una cámara de televisión a sus “lacayos”.

“Cultivar esa moral nos ha hecho fuerte, nos ha hecho tener los objetivos mucho más claros como jóvenes, nos ha hecho crecer y nos ha hecho seguir luchando por tener una Nicaragua en libertad, una Nicaragua con democracia, una Nicaragua sobre todo con justicia que han sido las demandas desde el día uno”, afirmó Yunova.

No podían dejar pasar el destacar que en sus visiones está recuperar la calidad educativa, hoy secuestrada y desaparecida por actores gubernamentales que, lejos de compartir las hazañas del físico Einstein o la verdadera aplicación de justicia con enfoque de Derechos Humanos, prefieren bailar y cantar “El Comandante se queda” y que sus estudiantes los vean decepcionados de la vida académica que se les obliga vivir.

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Hasta lograr la caída de la dictadura Ortega Murillo los estudiantes continuarán demandando democracia

Por ahora observan fijamente los desdenes del régimen que insiste en aplacarlos, pero desde que iniciaron con el proceso irreverente, no hay día que se paralice “la juventud nicaragüense, no nos vamos a detener”, finalizó Martínez.

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