Monseñor Báez: Nicaragua “se está cayendo a pedazos, el pueblo está sufriendo un calvario”
Monseñor Báez cree que la dictadura opresora esta “entrando en la etapa final” y “el papel de la Iglesia es dar esperanza y acompañar al dolor del pueblo”.
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Monseñor Silvio Báez obispo auxiliar de Managua durante una amplia entrevista con el medio de comunicación español La Gaceta de Salamanca narró la triste experiencia de su exilio, las amenazas de la dictadura y el peligro latente que vive la iglesia católica nicaragüense.
Monseñor Báez clama que Nicaragua “se está cayendo a pedazos y que el pueblo está sufriendo un calvario” a manos de una dictadura que ataca sin piedad y que no tiene respeto a nada.
“En este momento no se ven soluciones a corto y medio plazo. Evidentemente, una dictadura tan inhumana y tan cruel no tiene futuro, pero no sabemos cuándo acabará. Creo que están entrando en la etapa final y el papel de la Iglesia es dar esperanza y acompañar al dolor del pueblo”, refiere el obispo exiliado.
Monseñor Báez dice que desde que fue nombrado obispo auxiliar de Managua se volvió “incómodo y una amenaza” para la pareja de dictadores quienes lo vieron como un “estorbo y un obstáculo” a tal punto que comenzaron los “ataques y las acciones” contra su persona.
“Ahora es una dictadura férrea. Lo que comenzó como un gobierno autoritario que se fue cada vez fortaleciendo ha convertido el país en una cárcel. Tenemos centenares de presos políticos. El 10% de la población está en el exilio, decenas y cientos de sacerdotes exiliados. Y dos obispos más que yo están en el exilio. Uno de ellos estuvo más de un año encarcelado”, expresa Monseñor Báez.
Estar al lado del pueblo sufrido de Dios enfureció a la dictadura sandinista y eso provocó que Ortega y Murillo “enfilara su odio, sus armas y su persecución” a tal punto que empezaron amenazas de muerte directamente y provoco su triste destierro.
“El Papa Francisco preocupado por la integridad física de mi persona me pidió en el año 2019 que abandonara el país. Literalmente me dijo que no quería otro obispo mártir más en Centroamérica. Salí sufriendo muchísimo. Nunca he entendido que haya que salvar al pastor dejando a las ovejas. Y yo nunca hubiera salido de mi país si no por obediencia al Santo Padre. Obedecí dolorosamente tras un largo diálogo con él. No fue un mandato y una obediencia ciega. Fue dialogada, pero al final obedecí” asegura el religioso.
En la entrevista con La Gaceta de Salamanca dice que “la persecución a la Iglesia en Nicaragua es un hecho insólito en América Latina que vive una situación “inédita y dolorosísima” que ha confiscado sus bienes ha congelado las cuentas bancarias de la Conferencia Episcopal y que prohíbe todo tipo de manifestación religiosa como son las fiestas patronales.