• Managua, Nicaragua
  • 3:02 am
  • Dic 8, 2023

Nicaragua gritó ¡Viva la Virgen! en tiempos difíciles para la iglesia

El reloj marcó las 6:00 de la tarde en la ciudad de León. Se oyeron los gritos, el sonido de la sirena y el estruendo de las bombas que anunciaban el inicio de la noche más esperada del año, La Gritería, una celebración que inició en 1742 por la iglesia católica. “¿Quién Causa tanta alegría?”, […]
Nicaragua celebra la Gritería en medio de persecución y asedio a la iglesia católica.
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El reloj marcó las 6:00 de la tarde en la ciudad de León. Se oyeron los gritos, el sonido de la sirena y el estruendo de las bombas que anunciaban el inicio de la noche más esperada del año, La Gritería, una celebración que inició en 1742 por la iglesia católica. “¿Quién Causa tanta alegría?”, gritó el obispo René Sándigo.

Este jueves, el país entero resonó con cantos y rezos en honor a la Inmaculada Concepción de María, patrona de Nicaragua, pero sobre todo, con la devoción a la Virgen María, misma fe que ha unido a un pueblo entero a pesar del sometimiento de la dictadura sandinista.

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La iglesias católica cumple 281 años de tradición, fe y fiesta en honor a la “Conchita”, como también le llaman a la patrona. En medio de asedio y persecución a la iglesia, este día el pueblo católico salió a las calles para festejar a su patrona y continuar sus costumbres y tradiciones.

Previo al grito en León, el obispo Sándigo dijo que desde horas tempranas de este día vio a la feligresía mariana que se reunía para elevar altares, comprar el “brindis” y prepararse para la llegada de la noche. “Repetimos esos cantos antiguos que tienen no solo un gran contenido cristológico, pero sobre todo un gran contenido marianológico”, expresó durante la homilía de este jueves.

“Después del primer grito por las calles con nuestro ‘morral atuto’, nos permita queridos hermanos ver en cada altar a la madre, nuestra madre, la Santísima Virgen María”, agregó.

El obispo señalado de congraciarse con Ortega y Murillo, llamó a contemplar en cada altar a la Virgen Asunta al Cielo, quien fue “preservada de la corrupción, de la muerte”. “Ir de casa en casa y contemplar a la Purísima, estamos hablando de que ella nace sin pecado (…) los invito a que cada vez que tengamos esta oportunidad de gritarle a la virgen, nosotros vayamos acercándonos más a este misterio nuestra madre”, añadió.

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Gritería “es un gesto de amor”, dice cardenal

Por su parte, el arzobispo de Managua, cardenal Leopoldo Brenes, dijo que esta fecha, 7 de diciembre, está presente en el corazón de los nicaragüenses no por ser una tradición sino por ser un gesto de amor a la Virgen. Reconoció también que donde hay un “nicaragüense en el mundo se ha preparado un altar” y manifestó su emoción por saber que la Gritería se vive en varios países del mundo como una fiesta propia de Nicaragua.

“Que hermoso las familias que han preparado los altares para recibir a los peregrinos (…) porque en el fondo hay algo más, el gozo de recibir a los peregrinos en nombre de la Virgen María. No solo por una tradición, es un gesto de fe y de amor a nuestro buen Dios y a su hija predilecta la Santísima Virgen María“, expresó.

También recordó, al igual que monseñor Sándigo, que María fue “concebida sin mancha original” para que “colaborara en el plan de salvación, siendo la madre del hijo único de Dios.

“Por eso que hermoso que nosotros como nicaragüenses tengamos esta fecha mientras en muchos países este día hay momento fuertes de oración, de ayuno, mientras en Nicaragua es difícil que hoy podamos tener ayuno cuando en nuestros hogares ¿qué no nos dan?, el esfuerzo de años que pasa la gente preparándose”, indicó.

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Iglesia perseguida

La celebración mariana está marcada por la persecución, el asedio y la campaña de odio de la dictadura sandinista en contra de los sacerdotes y los obispos. Recientemente, la Policía prohibió la procesión en honor a la Virgen en la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús en el barrio Monseñor Lezcano de Managua, y obligó al confinamiento de la venerada imagen de la Conchita en Granada.

Las fiestas patronales se han prohibido en Nicaragua como parte de la política de represión de la dictadura en contra de la iglesia que ha defendido los derechos humanos del pueblo nicaragüense. La policía negó el permiso a las procesiones por órdenes de Ortega y Murillo.

El Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más registró el despojo arbitrario de la nacionalidad a sacerdotes y personas miembros de la Iglesia católica, destierro y continuación del exilio, acusación de lavado de dinero, congelamiento de cuenta, confiscación de bienes y activos, prohibición absoluta de realizar actividades religiosas públicas, detención y judicialización a feligresía por participar en actividades religiosas y consolidación de la censura.

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