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  • 2:09 pm
  • Sep 26, 2022

Julio César, el agricultor nicaragüense que se reinventó un oficio para sobrevivir en Costa Rica

Salir de su casa para encontrar una nueva oportunidad de trabajo y ganar dinero, se ha convertido en el “pan de cada día” para Julio César Murillo, un nicaragüense de la tercera edad que decidió reinventarse en Costa Rica para sobrevivir, tras su exilio en este país desde 2018 por amenazas de muerte de la […]
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Salir de su casa para encontrar una nueva oportunidad de trabajo y ganar dinero, se ha convertido en el “pan de cada día” para Julio César Murillo, un nicaragüense de la tercera edad que decidió reinventarse en Costa Rica para sobrevivir, tras su exilio en este país desde 2018 por amenazas de muerte de la dictadura sandinista.

Julio César, un hombre de rostro y cuerpo delgado, ojos y tez oscura, labios finos y pelo claro, todos lo días sale de su casa con su carretilla de dos ruedas, reconocida por su chillante color rojo en la que lleva consigo sus herramientas de trabajo: rastrillo, machete, máquina para podar césped, careta facial, botella con agua, entre otras.

“Caballero, damita, ocupa un trabajo”, es el saludo que todos los días Julio le hace a sus clientes al visitarlos acompañado de su pequeña carretilla funcional.

A diario Julio recorre varios kilómetros de camino ofreciendo servicios de limpieza de jardín, casa y calles, con el fin de ganar dinero y llevar el sustento a su familia. Actualmente vive en el centro de Costa Rica junto a su hija y su nieta, pero debido a las pésimas condiciones económicas en las que se encuentran, decidió salir en busca de trabajo para aportar a los gastos del hogar a pesar de su avanzada edad.

Julio César Murillo un agricultor nicaragüense exiliado en Costa rica

“Me siento como un chavalón”, dice Julio un poco sonriente y animado al ser cuestionado sobre su condición física para seguir caminando y trabajar en operaciones de limpieza que demandan fuerza y resistencia.

Un agricultor representó una amenaza para el régimen de Ortega

Antes de 2018, Julio habitaba en el municipio de Ticuantepe que se ubica a 18 kilómetros de la capital nicaragüense. Era reconocido por su trabajo de agricultor, mismo que le permitía vivir y sacar adelante a su familia. Era dueño de una finca, la cual cree estar en abandono y confiscación tras vivir por cuatro años fuera de su país.

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Consciente de las injusticias del gobierno de Nicaragua, los ataques en abril de 2018 en contra de los jubilados y luego en contra de los estudiantes que se manifestaban, Julio se unió a la llamada “rebelión cívica” que buscaba sacar del poder a Daniel Ortega y Rosario Murillo, únicos candidatos -ahora dictadores- por el oficialista partido Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

Su activismo en Ticuantepe casi le cuesta la vida por la nefasta persecución política de la policía y agentes paramilitares en contra de opositores a Ortega. Fotografías que circulaban en manos de sandinistas donde él aparecía manifestándose y participando en otras actividades en contra del gobierno, hicieron que se exiliara con la tristeza de abandonar a su familia para resguardar su integridad física.

Llegó a Costa Rica, conocido hace algunos años como la “Suiza centroamericana”; un país que al inicio parecía el “mayor sacrificio” para Julio, puesto que se encontraba lejos de su familia y de su gente; sin embargo, fue aquí donde encontró la paz y la seguridad que necesitaba tras las amenazas del régimen nicaragüense.

“Desde ese momento estoy aquí y no he podido entrar a Nicaragua (pero) tengo la fe y la esperanza que algún día voy a entrar a mi país. Cueste lo que cueste, con la bendición de Dios Nicaragua se va a componer, eso es lo que esperamos y anhelamos entre todos los nicaragüenses. ¡Cuánto deseo estar en mi país!”, manifiesta con voz entrecortada.

El exilio y su pensamiento de seguir en contra de Ortega

Julio se considera un opositor más del régimen sandinista, mismo que lo obligó al exilio ante las amenazas de muerte y de encarcelamiento, pero a pesar de eso y de haber perdido todo en Nicaragua al participar de las marchas antigubernamentales de 2018, mantiene vivo sus ideales y el orgullo de levantar la bandera de su país “con honor y gloria”.

“Viva Nicaragua”, grita sin miedo a ser apresado por policías o reprimido por agentes de vigilancia de Ortega, denominados CPC.

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En Nicaragua sigue latente la crisis socio-política y económica que resultó a raíz de las manifestaciones que fueron reprimidas por agentes armados de Daniel Ortega que causaron la muerte de 355 personas, miles de heridos y más de 100 mil exiliados, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

Julio lamenta que su país siga sumergido en el odio y la ambición de una familia que en dos décadas logró controlar todos los poderes del estado y que en 2021 se reeligió en elecciones presidenciales señaladas de ser un completo fraude e incluso siguen gobernando a pesar de estar ilegitimadas por la comunidad internacional.

Julio solicita ayuda para obtener un trabajo estable

Ante la carencia de libertad y democracia en Nicaragua, Julio decidió salir adelante en Costa Rica y reinventarse para trabajar. Pero antes de dedicarse a este noble oficio se desempeñó como jornalero en una finca donde lamentablemente el dueño falleció y posterior fue despedido por la nueva administración.

Julio César Murillo un agricultor nicaragüense exiliado en Costa Rica

Con este nuevo emprendimiento Julio pasa días “sin conseguir ni un cinco” y hasta sin comer, debido a que este no es suficiente para generar un salario formal y estable. Narra que en algunas ocasiones ha logrado alimentarse en las calles debido a la buena voluntad de las personas; sin embargo, esto no sucede todos los días.

Por ello, el veterano nicaragüense solicita ayuda a la población para poder encontrar un trabajo estable y continuar reinventándose en Costa Rica y llevar el sustento a su familia para no sentirse una carga más para su hija.

“Yo les pido -soy una persona de la tercera edad- que me ayuden, ocupo un trabajo estable porque hay días que gano y hay días que no y andar en la calle es un peligro, peligro que me quiten la máquina, me atropellen. Ocupo un trabajo por lo menos en una finca y tener un trabajo fijo para sacar adelante a mi familia y sobrevivir”, imploró Julio.

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