Miguel Mendoza continúa en celda de castigo en condiciones injustas e inhumanas

Después de 42 días la dictadura Ortega Murillo permitió que el preso político Miguel Mendoza recibiera la visita de su esposa Margin Pozo y su hermano Ramón Mendoza en medios de asedios y vigilancia durante este encuentro.

“Teníamos 42 días de no conocer su estado de salud, nos conforta saber que está fortalecido en fe. Es admirable su buen ánimo y dignidad”, expresó la esposa de Miguel.

 

Por su parte su hermano manifestó que “fue una alegría poder verlo, poder abrazarlo, sobre contarle cómo está nuestra familia, nuestra madre, el caso de la niña como esta, en que condiciones y la verdad que las cosas siguen peor para Miguel”.

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Pero en esta visita también se conoció que las condiciones inhumanas y represivas continúan en contra de este periodista quien desde hace varios meses permanece en una celda de castigo.

Margin Pozo ha denunciado que Miguel Mendoza sigue bajando de peso, actualmente está en 150 libras y su presión ha estado alta, lo que preocupa a sus familiares.

“Lo que nos preocupa es que puede ocasionarles serios problemas posteriores y peor porque ya no es llevado a la clínica de ahí del Chipote, sino es el médico quien llega hacer visita a los reos de conciencia y eso nos preocupa porque hay más restricciones”, dijo su hermano.

Otras de las injusticias en contra del cronista deportivo es que solo lo sacan a tomar sol, una vez a la semana, la alimentación sigue siendo pésima y durante el sismo de la semana pasada no hubo un protocolo de actuación. Ni siquiera se molestaron en abrir las puertas de las celdas.

“Solicitó que le cambien la colchoneta, no sirve (está gastada); su espalda está sufriendo las consecuencias. O al menos, que le permitan el ingreso de una almohada. Pero no le prestan atención”, expresa Margin Pozo.

Durante esta visita Miguel ha solicitado una vez más poder ver a su pequeña hija, pues tiene diez meses de no poder abrazarla.

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Margin por otro lado afirmó que durante la visita, como ha sucedido en las anteriores, les obligaron a quitarse las mascarillas para posar en fotografías y videos.

“Mientras conversábamos con él, nos interrumpieron para decirnos que evitáramos los abrazos o cercanía. Les preguntamos ¿En qué les afecta eso a ellos?, significa que nos vigilan todo el tiempo”, dijo Pozo.