• Managua, Nicaragua
  • 3:26 pm
  • Ene 18, 2022

Médicos de Nicaragua bajo excesiva y peligrosa carga de trabajo

POR DESPACHO 505 Los médicos y enfermeras nicaragüenses están agotados. “Ya no podemos más”, dicen. Les ha tocado enfrentar una pandemia en hospitales que ya estaban rebasados y lo han hecho con al menos 200 especialistas menos que fallecieron combatiendo al virus y otras decenas que fueron despedidos, porque denunciaron lo mal que las autoridades […]
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POR DESPACHO 505

Los médicos y enfermeras nicaragüenses están agotados. “Ya no podemos más”, dicen. Les ha tocado enfrentar una pandemia en hospitales que ya estaban rebasados y lo han hecho con al menos 200 especialistas menos que fallecieron combatiendo al virus y otras decenas que fueron despedidos, porque denunciaron lo mal que las autoridades han manejado emergencia.

En los pasillos del Hospital Bertha Calderón se respira inconformidad; molestia en el Manolo Morales; impotencia en el Alemán-Nicaragüense y todo a la vez en el Fernando Vélez Paiz.

En la mayoría de estos hospitales de referencia nacional, laboran médicos residentes y especialistas llamados “de base”, quienes sufren por igual el redoble de turnos de hasta 36 y 40 horas sin descanso.

“Los médicos, y me incluyo, dando consulta y literalmente durmiéndose. Cuando hay turnos son 40 horas laborales seguidas. Y al día siguiente a trabajar normal. Hay médicos que han cometido errores operando posturnos”, dijo un médico de un hospital público de Managua.

CONTRATOS DE TRABAJO NO SON RESPETADOS

Un médico que hasta hace unas semanas trabajaba en un hospital público de referencia nacional y que ahora consiguió una plaza en un hospital privado, bajo anonimato y por temor a represalias, explica los motivos de su salida:

“En los hospitales públicos los médicos somos explotados. Son jornadas de trabajo extensas que atentan contra la vida de gente. Muchos errores se han cometido por el desvelo del personal”, asegura.

El médico entraba las 5:30 am y eran las 10 de la noche y no había salido, cuando el contrato que firmó señala que el horario era de siete de la mañana a tres de la tarde.

“El horario normal es de 7 de la mañana a 3 de la tarde, más turnos médicos cada 4 días. Es decir, el día que me tocaba turno, mi día normal, terminaba a las tres de la tarde, pero a esa hora empezaba el turno que debía entregar a las siete de la mañana del día siguiente. Entregando el turno, sin descanso, empezaba mi jornada otra vez de siete de la mañana a tres de la tarde. Desvelado trabajando eso es un atentado. Los médicos, y me incluyo, dando consulta y literalmente durmiéndose. Cuando hay turnos son 40 horas laborales seguidas. Y al día siguiente a trabajar normal. Hay médicos que han cometido errores operando posturnos”, continuó narrando.

¿Y les pagan horas extras?, preguntó DESPACHO 505. —Eso es un sueño—, responde.

SOBRECARGADOS

Lo que está pasando, explican los médicos, es que últimamente con la pandemia y la falta de personal, han venido arrastrando una carga de trabajo mayor que les está extendiendo la permanencia de más horas en el centro hospitalario y claro, una disminución en sus horas de descanso, porque regresan tarde a sus casas.

Para explicar lo que están pasando, otro médico que actualmente está dentro del sector público y que por razones de seguridad habla en anonimato, explicó a DESPACHO 505 que en una semana, por ejemplo, el especialista ingresa el lunes a las 7:00 de la mañana y al terminar su jornada a las 3:00 de la tarde, debe tomar el turno que entregará a las 7:00 de la mañana del día siguiente, martes. A esa hora debe iniciar su día regular que debería concluir a las 3:00 de la tarde.

“¿Cuál es el problema? Que el médico no puede irse a las 3:00 de la tarde porque tiene trabajo atrasado y le dan las nueve o diez de la noche. Se va cansado a su casa cuando pudo avanzar y debe regresar a las 7:00 de la mañana el miércoles y otra vez no puede irse en tiempo y forma, llega el jueves y debe hacer su jornada y tomar turno otra vez y vuelve el mismo ciclo anterior. Es decir, es agotador”, afirma.

El ginecobstetra y máster en Salud Pública, José Antonio Delgado, señala que los turnos médicos han sido por naturaleza largas jornadas, pero coincide con los especialistas de los hospitales públicos que se sienten agotados, inconformes, porque la pandemia tensa la atención y hace trabajar más a médicos y enfermeras.

“Es posible que un médico llegue a ver hasta 100 pacientes en una jornada, claro que eso es agotador, pero, además, hay otro indicador: vemos que los pacientes son citados para una segunda cita hasta un mes después, eso porque hay mucha demanda de atención”, dice Delgado.

FALTAN MÉDICOS

El 28 mayo del 2020, al menos 716 médicos de Nicaragua, alertaron en un pronunciamiento público que el país se enfrentaba a la pandemia con “precario sistema de salud público en vías de saturación y con una alta probabilidad de colapsar en los próximos días”.

En el comunicado, demandaban al Gobierno tomar medidas para reducir el impacto del Covid-19, instalado en el país hacía dos meses.

La respuesta del gobierno fue iniciar una feroz persecución de los especialistas. Tan sólo 12 días después del pronunciamiento y en una sola tarde, el 09 de junio de ese mismo año, el Minsa despidió a 13 galenos a cargo de especialidades en los diferentes hospitales públicos.

Después de ese día, los despidos no pararon, pese al llamado de voces calificadas que advertían que el sistema de salud público empeoraba con la salida de los médicos.

El Observatorio Ciudadano Covid-19 señala en su último informe que al 15 de diciembre se reportan 235 muertes de personal de salud por causas sospechosas del letal virus. La mayoría del personal de salud fallecido con sintomatología asociada o presuntiva de Covid es personal médico (54%) y de enfermería (17%).

“Uno esperaba que, tras la pandemia, las autoridades sanitarias buscarían como robustecer el sistema público de salud, como lo hicieron en otros países que hasta activaron a médicos jubilados, eso no pasó. Entonces se necesitaron médicos y se siguen necesitando”, comenta el doctor Delgado.

Y es que el personal que ha salido del sistema por represalia o por enfermedad, no se ha reemplazado y más bien se le ha recargado de trabajo a los que continúan dentro.

Un informe reciente del Banco Central señala que, hasta noviembre último, la planilla del Estado es de 113 mil 818 trabajadores. En noviembre del año pasado, la misma planilla contaba con 112 mil 823, lo que quiere decir que en un año ingresaron a la planilla gubernamental 995 trabajadores nuevos.

De ese total, según la entidad de gobierno, 20,931 pertenece al sector salud. En marzo de 2020, que es la fecha en que se confirma el primer caso Covid-19 en el país, la planilla de ese sector estaba en 20 mil 896. O sea que el gobierno Ortega-Murillo tan sólo aumentó en 35 nuevas contrataciones.

“Eso explica mucho la carga laboral que tenemos”, se queja la fuente médica.

LAS CONSECUENCIAS

Muy poco se sabe sobre las consecuencias de este agotamiento en los hospitales. “Es peligroso, eso sí”, advierte Delgado. “Sobre todo, lo es para los mismos pacientes, es decir, el mismo ciudadano que busca atención”, agrega la fuente médica.

Algunos médicos consultados para este reporte confiaron a DESPACHO 505 que el agotamiento los ha hecho incurrir en incidentes que, aunque por ahora no son graves, pueden llegar a serlo.

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“Hay médicos que se ha quedado dormidos en plena consulta, otros que olvidamos dar algún medicamento al paciente o dejamos notas incompletas en el expediente”, admiten los especialistas.

“Es por ahora nada que lamentar, pero en algún momento dado, se puede incurrir en un daño irreversible sin querer”, advirtió una enfermera.

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