Monseñor Báez: Ortega quiere silenciar la alabanza de los pobres porque “tiene miedo a la fe”

Monseñor Silvio Báez se pronunció este domingo ante la prohibición del régimen de Daniel Ortega de realizar actividades religiosas tal como sucedió en Masaya, donde la sancionada policía sandinista prohibió las procesión de San Jerónimo y San Miguel Arcángel, patrono y copatrono de los masayas respectivamente, pero también en represalias contra Monseñor Rolando Álvarez prohibió en Matagalpa realizar la procesión a la Virgen de La Merced.
Ante estos acontecimientos donde se le prohibió al pueblo católico de Dios manifestar su devoción a estos santos de la iglesia católica Monseñor Baéz dijo que “los opresores tienen miedo a la fe y quieren silenciar la alabanza de los pobres impidiendo manifestaciones religiosas populares”, en clara alusión al dictador Ortega.

“Los tiranos le tienen miedo a la fe, al canto, al baile y a la alegría del pueblo que brota de su fe en Dios. No permitamos que la opresión y la crueldad de los poderosos logre silenciar jamás el canto de la fe, ni callar la voz agradecida del pobre que canta a Dios”, expresó Monseñor Báez durante la homilía dominical desde la Parroquia Santa Ágata en Miami Estados Unidos.

Pero también dijo al pueblo que “la grandeza y la fuerza de nuestro pueblo es que no deja de cantar a Dios en el corazón mismo de la injusticia, mientras al mismo tiempo se esfuerza por soñar y construir una sociedad nueva”.

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Por otro lado el obispo auxiliar de Managua animó al pueblo de Dios a no perder la fe, en confiar en Jesucristo a pesar de tantas dificultades que se nos presentan en el camino.

“La vida es un camino, a veces escabroso, lleno de obstáculos, cansado, en subida, pero hay que caminar siempre. Nos impulsa la confianza de que Dios actúa en la vida de cada día cuando aceptamos el riesgo de avanzar, de soñar, de arriesgar y de construir, aun cuando parezca que todo lo tenemos en contra”, dijo este pastor exiliado en Estados Unidos.

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Además añadió que “hay que transitar el camino de la fe con el único apoyo necesario: la confianza en Dios, el amor humilde, la perseverancia cotidiana, invocando continuamente a Jesús y sin detenernos jamás”.