Mons Báez: Necesitamos líderes que no busquen sus propios intereses

Monseñor Silvio Báez durante su homilía correspondiente al II Domingo del Tiempo Ordinario de la Iglesia Católica, celebrada en Miami, EE.UU, aseguró que los los auténticos líderes no se colocan por encima de la gente, ni son distantes de la gente.

El religioso aseguró que no son verdaderos líderes los que venden una imagen y que velan por sus propios intereses y no la del pueblo.

“No viven sentados en escritorios o vendiendo su imagen en los medios de comunicación, ni tampoco se ponen al lado de grupos privilegiados porque tienen más dinero o son más influyentes. Los verdaderos líderes se ponen en fila y comparten la suerte de la gente. No hay liderazgo sin solidaridad. Necesitamos líderes que no busquen sus propios intereses, que amen a la gente y que no se dobleguen ante el dinero o la fama” dijo Báez.

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Esta reflexión la hace en alusión al acto de humildad de Jesucristo al ser bautizado por Juan, (Jn 1,29-34), quien se ha visto sorprendido de como el Mesías esta junto a los demás pecadores esperando a ser bautizado, y no sobresaliendo ni predicando, siendo el enviado por Dios.

“El Mesías esperado se ha manifestado de una forma impensable: en medio de los pecadores, incluso bautizándose como ellos. Juan no ha visto a Jesús haciendo una elocuente predicación, ni realizando un milagro asombroso. Juan ha visto a Jesús realizando un gesto humano de humildad, de sumisión a Dios y de solidaridad total con sus hermanos y hermanas pecadores” expresó el religioso.

Monseñor Báez exiliado en Miami, EE.UU, expresa que Juan representa a Jesús ante la población como un corder; una criatura débil y frágil. No es agresivo, sino pacífico, que los violentos solo muestra su miedo.

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“El cordero no se caracteriza por ser un animal fuerte y robusto. La imagen del cordero nos hace pensar más bien en alguien débil, frágil, indefenso e inofensivo. El cordero no es un lobo feroz que aterroriza y despedaza, ni tampoco un león que se impone con su rugido y su fuerza, La agresividad de los violentos solo muestra su miedo y su debilidad y son constante fuente de dolor, de miedo y de tristeza”

El religioso finalizó su reflexión no es solo abrirse al perdón redentor de Dios, sino colaborar con él para quitar el pecado que domina a la humanidad.

“Sigámoslo a él y dejémonos transformar por su Espíritu. Allí donde hay maldad, pongamos bondad y ternura; allí donde reina la violencia, luchemos por la reconciliación y la justicia. Cambiemos la soberbia en humildad y la búsqueda de prestigio en deseos de servir y tender la mano a los demás”