Monseñor Báez llama “demonios modernos” a grupos políticos que imponen su autoritarismo y crueldad

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Monseñor Silvio José Báez, Obispo Auxiliar de Managua, llamó “demonios modernos” a los grupos mafiosos que, disfrazados de políticos, se imponen con autoritarismo y crueldad sobre las sociedades provocando dolor, pobreza y migración forzada.
El mensaje lo hizo en su homilía del XXVI Domingo del tiempo ordinario, en la Iglesia Agatha Christie, en Miami, Florida, Estados Unidos, este 26 de septiembre.
“Hoy hay mucha gente comprometida en luchar contra terribles “demonios modernos: los grupos mafiosos que, con disfraz de políticos, se imponen con autoritarismo y crueldad sobre nuestras sociedades provocando dolor, pobreza y migración forzada; los corruptos que le roban el dinero al pueblo a través de transacciones sucias, lavado de dinero y tráfico de influencias; las empresas nacionales o transnacionales que explotan las riquezas naturales de nuestros países, con políticas extractivas que empobrecen a las mayorías y contaminan el medio ambiente”, dijo el líder religioso.
La reflexión de Monseñor Báez estuvo basada en el evangelio de San Marcos 9, versículos 38-40 en donde relata un incidente ocurrido mientras Jesús iba con sus discípulos de camino a Jerusalén. Habían visto a un desconocido que “expulsaba demonios” en nombre de Jesús. A los discípulos no les pareció bien lo que aquel hombre hacía y se lo prohibieron porque no pertenecía a su grupo. Juan le fue a contar al Señor lo ocurrido: «Maestro hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y, como no es de los nuestros, se lo prohibimos» (Mc 9,38).
“Los discípulos no se fijaron en el bien que aquel desconocido estaba haciendo, no pensaron en la alegría de las personas que habían sido sanadas, no se gozaron de que la libertad y la vida que Dios quiere estaba llegando a la gente. No. Lo que les preocupaba era que aquel hombre no era del grupo de Jesús y, por tanto, había que impedirle que hiciera lo que estaba haciendo. Pensaban que sólo ellos, los que seguían a Jesús, tenían derecho a actuar en su nombre y a hacer el bien. Ponían en primer lugar al grupo, antes que el bien de las personas; colocaban la idea antes de la realidad. Cuando actuamos así es muy fácil caer en actitudes sectarias y excluyentes”, dijo Báez.
La homilía de Monseñor Báez resalta que Jesús enseña que quien se comprometa a luchar por “echar demonios”, está de parte suya. Por eso, toda persona, organización, partido político o gobierno que esté dispuesto a sanear las estructuras sociales y construir sociedades fundadas en el respeto a los derechos de las personas y la búsqueda del bien común, está de parte de Jesús.
“Quien luche por la libertad y la dignidad de la gente, sobre todo a favor de los más pobres y olvidados, trabaja por el proyecto del reino de Dios que anunció Jesús, aunque no lo sepa o no esté dispuesto a reconocerlo. Quien hace el bien no es un rival de la Iglesia, sino alguien a quien apoyar y acoger. Muchos seres humanos encarnan los sueños del evangelio sin ser cristianos, porque el reino de Dios es más grande y amplio que la Iglesia. Por eso, la Iglesia debe ser un lugar de acogida del bien, venga de donde venga; un espacio humilde de comunión que acoja a quienes luchan por un mundo mejor; un espacio abierto para caminar junto a la humanidad en la búsqueda del bien y la verdad”, subrayó el religioso.
¡Qué distinto piensa Jesús! Cuando Juan le dice que han tratado de impedirle a aquel desconocido que siga expulsando demonios en su nombre, Jesús responde: “No se lo impidan, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está con nosotros” (Mc 9,39-41). Para Jesús el primer objetivo no es hacer que aumente el número de quienes lo siguen, sino que crezca el bien en el mundo. Prohibir, excluir, desautorizar son acciones que Jesús nunca practicó.
Es ridículo etiquetarnos y descalificarnos para dividirnos y enfrentarnos.
El líder de la Iglesia Católica refirió que “el reino de Dios es también más grande que todo el bien que puedan hacer los distintos grupos sociales. Por eso, es ridículo etiquetarnos y descalificarnos para dividirnos y enfrentarnos. En nuestros países es necesaria la reconstrucción de la gran familia nacional, a menudo fracturada y fraccionada por artificiales enfrentamientos que no le hacen bien a nadie. Urge la unidad de la ciudadanía para afrontar las consecuencias nefastas de las tiranías que nos dañan a todos y las grandes diferencias sociales que crean nuevas pobrezas. Hoy está fuera de lugar crear innecesarios y muchas veces artificiales enfrentamientos “ideológicos” que impiden una unidad nacional que busque el bien de todos. El evangelio de hoy nos recuerda que no es el momento de descalificaciones absurdas. Ha llegado el tiempo de reconocer que es más lo que nos une que lo que nos separa”.
“Los discípulos de Jesús no podemos tener un corazón estrecho, ni obsesionarnos por poner fronteras que excluyan a quienes son signos del reino de Dios, aunque no sean creyentes o no frecuenten la Iglesia. Son signos del reino de Dios los políticos honestos que renuncian a sus intereses y aman al pueblo, los educadores que se dedican a formar con auténticos valores a las nuevas generaciones, los empresarios que anteponen a la ganancia económica el bien de las personas, los periodistas que dicen la verdad y usan la libertad de expresión para crear una sociedad mejor, los trabajadores que son responsables y solidarios, los policías que se niegan a reprimir a su pueblo por seguir su conciencia recta, los médicos que se dedican a curar a la gente enferma con competencia y cariño, a veces a costa de su propia vida. Todos ellos, aunque no sean cristianos, aunque no profesen explícitamente su fe en Jesús y no vengan al templo, “están con nosotros”, “están a favor nuestro”, “son de los nuestros”, pues con su vida y su trabajo contribuyen a que el mundo sea mejor, más humano, más fraterno, más digno”, dijo en su homilía.
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