Diáspora nicaragüense celebra la muerte de Humberto Ortega
Humberto Ortega fue “uno de los personajes más sanguinarios” de la historia de Nicaragua, pues fue quien junto a su hermano permitió el asesinato de miles de adolescentes bajo el régimen del “servicio militar obligatorio” para sacar del poder la familia Somoza.

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La diáspora nicaragüense en el exilio celebró el fallecimiento de Humberto Ortega, quien a pesar de haber muerto como un preso político por el régimen de su hermano, Daniel Ortega, no lo eximen de sus crímenes cometidos en el pasado en contra de los nicaragüenses que se oponían a la revolución.
La muerte de Humberto es considerada como un paso más hacia la libertad porque falleció “uno de los personajes más sanguinarios” de la historia de Nicaragua, pues fue quien junto a Ortega permitió el asesinato de miles de adolescentes bajo el régimen del “servicio militar obligatorio” para sacar a la contra revolución.
En la celebración se reunieron en Estados Unidos cientos de nicaragüenses opositores y veteranos de la guerra que lograron huir de ser asesinados por los militantes sandinistas, que convirtieron la nación nicaragüense en un mar de sangre.
“Ahora está bailando con el diablo”, expresaron los opositores, quienes aseguraron que el próximo en firmar su sentencia de muerte.
Humberto era un reconocido militar y “estratega” insurreccional y bélico que lo llevó a ser el jefe del Ejército Popular Sandinista (EPS), después que derrocaron a la dinastía somocista en 1979. Su figura era insoslayable al igual que temida de los propios sandinistas de esa época, y primer jefe militar en democracia que fue clave para la profesionalización de las fuerzas armadas en los años noventa.
Aunque por muchos es odiado, otros compañeros de lucha como Dora María Téllez, lo consideran “brillante en análisis estratégico, pero nunca ha tenido balance en sus consideraciones”. “Es bien extremista y eso es lo que siempre deterioró su capacidad de análisis. Pasó de ofrecer postes de luz a la burguesía, a convertirse en uno de ellos. Es una cosa totalmente contradictoria”, dijo la exguerrillera en una conversación con la exguerrillera Mónica Baltodano, recogidas en Memorias de Lucha Sandinista.
Ortega es conocido también por dos grandes operaciones que no tuvieron éxito, pero que si hubo sangre inocente derramada. La primera fue en 1967, cuando un comando sandinista intentó atacar la caravana del dictador Anastasio Somoza Debayle en Managua. Todo falló y cayó preso. La segunda fue en 1969 en Alajuela, Costa Rica, cuando ideó y dirigió un complot para intentar liberar de una prisión a Carlos Fonseca Amador, figura hagiográfica del sandinismo.
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En ambas operaciones salieron muy mal, pues no sólo cayó preso, sino que fue herido de gravedad por dos balas calibre 38 y 45: una le atravesó el pecho, rozando su corazón, y la otra, la más grande, impactó en su hombro derecho. Lo paralizó y comenzó a desangrarse. Lo salvaron en el Hospital San Juan de Dios de San José, pero perdió la movilidad de sus manos y dedos.
Luego de estas operaciones, quedó no apto para combatir, algo que fue determinante para su vida política y militar, por lo que se dedicó a realizar las estrategias para dar de bajas a figuras importantes alineados a los Somoza.