Edward Gaitán: Un ‘psicópata’ ignorado que expone la crisis de salud mental en Nicaragua”

Edward Enrique Gaitán Gallegos, de 21 años, aparentaba ser un joven común, siguiendo el camino tradicional de la educación y el trabajo. Sin embargo, detrás de esa fachada, su mente albergaba un tormento oscuro, lleno de confusión, desesperanza y traumas emocionales.

Estos traumas, arraigados desde la infancia, culminaron en un acto brutal: asesinó a su medio hermano de 7 años. Gaitán planeó y ejecutó el crimen con frialdad, golpeando al niño con una piedra en la sien, asfixiándolo, y ocultando su cuerpo bajo su cama, envuelto en bolsas plásticas.

Los brutales detalles del crimen se describen en los documentos policiales expuestos en el proceso judicial del caso. La acusación recoge cómo Gaitán esperaba la oportunidad para desaparecer el cuerpo de su hermano. Creía que el asesinato “quedaría entre él y la muerte”. Pero su crimen fue descubierto.

Señales de alarma ignoradas

“Es una persona con serios traumas de la infancia. Tiene que haber vivido situaciones dolorosas que detonaron en una acumulación de enojo, de tristeza y de amargura que no logró controlar, y que se convirtieron en un trastorno mental”, analiza una especialista en psicología consultada por Nicaragua Actual que pidió no se citara su nombre.

Las redes sociales, donde Gaitán compartía sus angustias, fueron su única vía de escape. En TikTok, expresaba su sufrimiento y desesperación, pero sus llamados de ayuda no encontraron respuesta. “Ya lo he pensado estas últimas noches, si no cambio mi salud mental, tal vez sea mi último año”, publicó en un video.

Mientras en otro confesaba sus deseos de hacer daño para liberar su ira y ansiedad. Al ritmo de un “Corridos Bélico”, el asesino de su medio hermano se apropió de la letra de una canción que dice: “De todo ya pasé, claro que le batallé… muy bueno para las cuentas, todo apunto en la libreta, ahí traigo la lista negra”.

“Estos son pensamientos disfuncionales que revelan un desequilibrio total en el razonamiento de esta persona, mostrando una desconexión con la realidad”, explicó la especialista.

Muerte y ansiedad

Invocaba a la Santa Muerte, a quien atribuía el poder de decidir el destino de aquellos que su mente veía como “enemigos”.

“No tengo problemas con nadie, yo le cuento mis cosas a mi niña (mostrando imágenes alusivas a la muerte); allá ella si los perdona”, confesó en otro video el joven originario de Catarina, municipio de Masaya, región suroriental de Nicaragua.

Nadie prestó atención a estos mensajes de alarma analiza el psicólogo clínico Roger Martínez, exiliado en Costa Rica. Martínez considera que ese era el momento crucial para hablar con Edward, para priorizar su salud mental.

“A veces me dan ganas de matar a gente para sacar mi ira, mi enojo y mi ansiedad”, confesó en un video que publicó en TikTok.

A pesar de que las señales eran claras, evidenciando un peligro latente, no se tomó ninguna medida para intervenir ni ofrecer apoyo, cuestionó Martínez.

Sin rastro de arrepentimiento

Gaitán está acusado por la justicia nicaragüense por el delito de “parricidio agravado”.

El 18 de agosto de 2024, Gaitán llevó a cabo sus pensamientos irracionales, culminando en un crimen que dejó devastada a su familia y conmocionó a la comunidad de Catarina. Su rostro, cuando fue presentado por la policía, mostraba una desconexión total con la realidad, sin un atisbo de arrepentimiento.

¿Cómo se llega al punto de convertirse en un asesino? Esta es la pregunta que surge tras el horror que invadió a los habitantes de Catarina, un pequeño pueblo turístico de Masaya, Nicaragua, con más de 8,400 residentes.
Otra interrogante inevitable es: ¿Es posible ser tan frío e insensible? El rostro de Edward Gaitán, cuando fue presentado por la policía como el autor confeso del crimen, ofreció una respuesta clara: sí. Sus facciones mostraban una desconexión con la realidad, una apatía total hacia el dolor y la convicción de un verdugo implacable.

“Está como orgulloso de lo que hizo, ahí está recibiendo la atención que le hace sentir bien… al menos de esa manera logró la atención que no lograba tener”, analizó el psicólogo Roger Martínez.

Ante la pregunta de si Gaitán cumple con las características de un psicópata, el especialista nicaragüense fue tajante: “hay ciertos rasgos que cumplen bajo los criterios diagnósticos de lo que es una persona psicópata”.

Marcas imborrables en la familia

El asesinato de un niño inocente, a quien muchos considerarían un “angelito”, ha dejado a su familia devastada, con un dolor emocional profundo y desgarrador.

Las cicatrices de esta tragedia permanecerán para siempre; aunque con el tiempo puedan atenuarse, nunca desaparecerán por completo. Desde el inicio, la familia necesitaba el apoyo de un especialista en psicología para afrontar esta situación.

“Un evento como este genera un trauma… la familia tendrá que buscar acompañamiento profesional, psicológico e incluso psiquiátrico para poder asimilar la crueldad de este acto”, recomendó la fuente anónima consultada.

Salud mental en Nicaragua: una crisis silenciosa

Nicaragua enfrenta una crisis de salud mental agravada por la falta de atención y recursos. Los efectos sociales de las atrocidades impulsadas por la ansiedad, la depresión y la ira se agravan cada año. Según el Ministerio de Salud (Minsa), hasta 2023 se registraron más de 24 mil casos de personas con padecimientos psiquiátricos, un incremento del 300% en comparación con las cifras de hace cinco años.

La historia de Edward Gaitán subraya la urgencia de abordar esta crisis antes de que más vidas se pierdan en el olvido.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud mental como el estado de bienestar integral que permite a las personas vivir activamente, participar en el desarrollo social y enfrentar las vicisitudes de la vida con eficiencia y serenidad.
En Nicaragua, no existen políticas nacionales explícitas de salud mental. No obstante, se han desarrollado e implementado algunos planes nacionales, según el estudio Sistemas de salud mental en Nicaragua: Resultados de una evaluación mediante el WHO-AIMS de la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS).

El país tampoco cuenta con una legislación específica en materia de salud mental. Nicaragua enfrenta una escasez de psicofármacos en los servicios ambulatorios, y las intervenciones psicosociales se limitan a ciertos servicios. Además, el seguimiento de casos en la comunidad cubre solo al 50% de la población, y no existen equipos móviles de salud mental, según el estudio mencionado.