Muere jefe policial sandinista de Corinto: Comisionado Rafael Antonio Cruz

El comisionado Rafael Antonio Cruz, de 49 años de edad, quien fungía como jefe policial sandinista en Corinto, Chinandega, falleció en su casa la noche del viernes 12 de agosto, mientras estaba de subsidio por una enfermedad, según reportes de medios oficialistas.

El jefe policial de Corinto era originario del departamento de León, “y estando en su casa falleció producto de un infarto. Al momento de su muerte cumplía un reposo, convaleciente de padecimientos a su salud”, reportan medios oficialistas.

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Militantes de la dictadura sandinista, tanto de León como de Chinandega, expresan sus condolencias en redes sociales por el fallecimiento del jefe policial de Corinto.

Según reportes periodísticos, el comisionado Cruz fue miembro de la Dirección de Operaciones Especiales Policiales (DOEP), es decir, de las brigadas antomotines, hasta que su traslado a Corinto, como jefe de la delegación policial de este municipio, del departamento de Chinandega.

La Policía sandinista es una de las que figura en la lista de instituciones sancionadas por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos y es considerada por organismos defensores de derechos humanos, y de países de Europa, EEUU y la oposición, como el principal brazo represor, obediente a los abusos de poder del régimen Ortega-Murillo.

Jefes policiales con sanciones

Todos los jefes máximos de esta institución policial que perdieron toda credibilidad y respeto ante la población, están sancionados por violaciones a los derechos humanos en el marco de las protestas antigubernamentales del 2018.

Es durante las protestas cívicas a raíz de abril del 2018, que agentes policiales reprimen brutalmente a la población, en coordinación con efectivos del Ejército de Nicaragua y grupos paramilitares afines al partido de gobierno.

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Nicaragua vive actualmente una de las peores crisis sociopolíticas, la cual desde abril del 2018 se estima que causó la muerte de más de 500 personas, más de 180 personas presas políticas, más de 3 mil heridos, el exilio sin precedentes de unos 250 mil nicaragüenses y una crisis económica que sumerge en la pobreza a más de 3 millones de personas.