Luciano García: Ortega arremete contra los músicos porque teme que “su gente” los escuche

El analista político Luciano García, presidente del grupo Hagamos Democracia, considera que Daniel Ortega “está viendo fantasmas por todos lados” y que debido a eso, ha ordenado la captura, esta vez, en contra de artistas que hacen “música pegajosa y noble” y no quiere que sus adeptos la escuchen.

Sus declaraciones las hace en referencia a las recientes capturas en la tarde de este Martes Santo, de los cuatro jóvenes músicos Leonardo Canales, director de La Antesala, José Monroy, vocalista de Monroy y Surmenage, así como Xochitl Tapia y Salvador Espinoza, propietarios de producciones Saxo.

Para García, el régimen está en la misma sintonía de la represión desatada desde hace cuatro años, pero ahora se encuentra en un estado de paranoia por su misma vulnerabilidad interna, al ver que su misma gente se le está yendo.

“Siente que en su parte interna, su misma gente se le está desgranando”, dice García.

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No querer ver, ni siquiera tener a músicos que puedan ser escuchados por sus simpatizantes y su militancia, es una muestra del temor más grande que tiene el régimen, expresa García.

“Por eso es que la arremetida contra los músicos se acentúa en Nicaragua”, considera el presidente de Hagamos Democracia.

Ortega teme que se ponga en tela de duda su “buen gobierno”

El analista político considera “una desgracia” que el régimen de Daniel Ortega arremeta contra personas inocentes “que están pagando los platos rotos” sólo por su idea de “cerrar toda ventana” donde su propia gente pueda escuchar mensajes (música) que pongan en tela de duda la “credibilidad de su régimen”.

“La fragilidad que tiene el régimen hoy por hoy, es por la parte interna, esa es la arremetida represiva contra los músicos”, indicó.

Ortega ha agudizado una cacería de opositores y allanamientos en varios lugares del país, de cara al 4to aniversario de la insurrección cívica.

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Las detenciones de los cuatro músicos se producen durante el desarrollo de la Semana Santa y fueron antecedidas por la prohibición impuesta a los dueños de bares y restaurantes, sobre las presentaciones y conciertos de una lista de bandas y grupos que son mal vistas por el orteguismo al interpretar, en algunos casos, canciones que retratan la lucha cívica y pacífica por democracia, justicia y libertad.