Tortura estatal pulveriza integridad física y psicológica de presos políticos

Ordenadas por la dictadura sandinista y ejecutadas por la Policía Nacional, las torturas en Nicaragua en de contra ciudadanos que disienten con la administración Ortega-Murillo, fueron y continúan siendo el más alto índice de represión motivado por asuntos políticos; callar, neutralizar, desaparecer, enjuiciar y encarcelar, es el engranaje empleado para castigar a quienes alzan su voz por democracia, justicia y libertad, según destaca el IV informe del Observatorio Nicaragüense contra la tortura, emitido por el Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más.

Para el organismo de Derechos Humanos, las autoridades se ensañan contra los reos de conciencia que permanecen en las celdas de La Modelo y otros centros penitenciarios, al igual que lo hacen contra los familiares de las víctimas de abril 2018, predominando la tortura física y  psicológica.

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“Una de las formas de tortura documentadas es la violencia sexual contra mujeres: 6 han sido víctimas de violación sexual, 8 personas víctimas de abuso sexual, 7 personas víctimas de amenazas de violación y 1 de acoso sexual; en 71 personas todas ellas han sido sometidas a desnudez forzada, una práctica generalizada en los diferentes centros de detención”, informó el Colectivo a partir de los más de 80 casos monitoreados por ellos.

También explicaron que predominan los golpes, fracturas, puntapiés, generación de terror que implica armas de fuego; entre los testimonios expuestos está el caso del ex preso político Kevin Monzón, quien denunció haber recibido una golpiza ordenada por el Comisionado Jaime Vanegas.

Resaltaron el reciente caso de tortura psicológica ejercida contra Nelson Lorío, padre del niño Teyler Lorío, asesinado de un disparo en su cabeza durante el “Plan Limpieza”, perpetrado por policías y civiles armados en 2018. A Lorío lo retuvieron días atrás, fue trasladado al nuevo Auxilio Judicial, ahí lo interrogaron y mostraron videos del momento en el que su hijo fue asesinado, obligándolo, paralelamente, a cambiar su versión sobre los hechos.

“No digo había curado la herida, si no que ya prácticamente había pasado la situación de derramar lágrimas y al secarme y meterme a las celdas sólo para ver eso fue muy duro. La verdad de las cosas es que este tipo de cosas no deberían de pasar, según ellos son la autoridad nacional que deberían investigar este tipo de caso, más bien nos torturan remojándonos el dolor que ellos mismos nos han causado”, declaró Nelson Lorío.

El informe del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más recoge los hechos que datan desde octubre 2020 a marzo 2021 y cuyos testimonios fueron compartidos con los defensores que integran el organismo que vela por el respeto a los Derechos Humanos.

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