Monseñor Báez critica a líderes religiosos, poderosos y sus turbas por estar llenos de odio y bajezas

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Durante la celebración de este Domingo de Ramos, que marca el inicio de la Semana Santa, Monseñor Silvio José Báez arreció las críticas en su homilía en contra de quienes llamó “discípulos miedosos, líderes religiosos, soldados crueles, autoridades políticas y turbas sanguinarias”, por estar llenos de bajezas, traiciones, odio y violencia.
“Es una historia llena de bajezas, traiciones, odio y violencia. Discípulos miedosos, dispuestos a huir y a traicionar al Maestro; hombres de la religión altaneros e hipócritas; soldados crueles amaestrados para torturar y matar; turbas manipuladas e insensibles que se dejan llevar por la irracionalidad; autoridades políticas inmorales, corruptas y sanguinarias”, expresó Monseñor Silvio Báez en su homilía en la Iglesia Santa Ágata de Miami.
El obispo auxiliar de Managua basó su prédica en el evangelio de San Mateo en donde queda evidenciado que “Jesús también fue una víctima de la injusticia del mundo, una víctima del poder religioso y político de la época”.
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Juicio en contra de Jesús fue religioso y político
Monseñor Báez detalla en su prédica que el relato en el evangelio de San Mateo acerca de Jesús “no sólo revela sentimientos de mentira y de odio en los adversarios de Jesús, sino que está plagado de irregularidades jurídicas que culminaron en su condena y su muerte.
“El relato de la pasión del Señor es la historia de una injusticia”, expresa Báez.
Su mensaje se da en el contexto en que sacerdotes católicos en Nicaragua han sido encarcelados y condenados en juicios espurios, desterrados y amenazados con cárcel, bajo el silencio de las autoridades de la alta jerarquía católica nicaragüense.
“Jesús fue arrestado en forma ilegal. Quienes lo apresaron no tenían ninguna orden judicial para hacerlo, fue arrestado sin haber cometido ningún delito y sometido a un juicio religioso y a otro político, en los que no se respetaron los más mínimos procedimientos establecidos por la Ley”, explica el obispo Báez.
Así mismo, señala que Jesús, al igual que en Nicaragua con los presos y presas políticas de la dictadura sandinista, en el juicio religioso, fue acusado de blasfemia por el sumo sacerdote Caifás, quien se sirvió de “testigos falsos que mentían sin pudor alguno contra Jesús.
“En el juicio político, el gobernador romano Poncio Pilatos, quien no encontró ninguna evidencia que respaldara las acusaciones en su contra, cedió a las presiones políticas, no quiso poner en juego sus privilegios y su poder y lo condenó a muerte. Jesús fue irrespetado y humillado en su dignidad, siendo sometido a terribles torturas y maltratos físicos durante su juicio y su crucifixión”, detalló.
Víctima del odio y violencia
El alto jerarca católico también señala que Jesús fue una víctima del odio y de la violencia, de la ambición desmedida de poder de los hombres de la religión y de la política y de la manipulación de un pueblo ignorante y sin valores.
Báez destaca en su homilía de este Domingo de Ramos, el papel sorprendente de un personaje que no pertenecía a ningún grupo de poder: la mujer de Pilatos, de quien alaba su reserva moral y habla por las víctimas, los inocentes, en contra de quien se ejerce violencia a sus derechos.
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“Hay alguien que se da cuenta de la injusticia que se está cometiendo contra Jesús. Es una mujer pagana, que no es judía ni cree en Dios. Es la mujer de Pilato. No sabemos su nombre, pero representa la reserva moral que hay en la conciencia de todo ser humano, incluso en el más malvado y alejado de Dios. La mujer de Pilato mandó a decir a su marido: “No te metas con ese justo, porque hoy en sueños he sufrido mucho por él” (Mt 27,19). Pilato no la escuchó, pudo más en él su ambición de poder y su miedo y se doblegó ante su conciencia corrupta y oscura”, resaltó Báez.
Así mismo, agrega que al igual que hizo la mujer de Pilatos, es necesario seguir haciéndolo hoy: ser la voz de los justos que no tienen voz y son condenados; y serlo contra los que tienen demasiada voz y, por eso, condenan a los justos.