• San José, Costa Rica
  • 10:11 am
  • Nov 3, 2025

Monseñor Silvio Báez: “la fe mantiene la memoria de las víctimas”

“La fe no permite que la memoria de las víctimas se convierta en mero lamento”, declaró el religioso.

El obispo auxiliar de Managua en el exilio, Silvio Báez, pronuncia su homilía durante la misa dominical del 12 de octubre, 2025.

  • Parroquia Santa Ágata, Miami

Que la muerte no es el final para el cristiano fue el mensaje central de la homilía de Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua en el exilio desde la iglesia de Santa Ana en Miami, Estados Unidos, el 2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos para la fe católica. También fue una condena a la injusticia.

Los cristianos, en lugar de ignorar la muerte o sentir miedo ante ella, la miramos y la esperamos con la fe puesta en Cristo, Señor de la vida y de la muerte. Desde nuestra fe en Cristo la muerte, aunque inevitable, no debe ser vista como un tabú o un final absoluto”, expresó el religioso.

La muerte no es una sombra a evitar, sino un paso que da sentido a nuestra vida y nos introduce en la vida eterna, no para vivir una sucesión temporal infinita, sino para sumergirnos en el infinito amor de Dios, donde no hay pasado ni futuro, porque ya el tiempo no existe”, añade.

Báez enfatizó cómo Cristo no cierra la puerta para quienes lo buscan, y que la intenció de Dios no es condenar, sino recibir en salvación a todos sus hijos.

La voluntad del Padre es que ninguno se pierda, que aun después de la muerte cada uno conserve su identidad y brille eternamente en una vida plena y sin fin“, expresó.

Jesús es el gran abrazo de Dios al mundo“, proclamó el obispo. “Para eso fue enviado, para acogernos amorosamente, ya desde ahora en esta vida, a través de su providencia y su perdón, pero también para acogernos más allá de la muerte, llamándonos por nuestro nombre y dándonos una vida plena y eterna”.

En su mensaje expuso la naturaleza confortante de la fe cristiana, donde existe la certeza de que “¡nuestros muertos están vivo!” y que morir no es perderse en el vacío, sino “entrar en la salvación de Dios, compartir su vida eterna, vivir transformados por su amor insondable”.

Y esto sobre todo es esperanza para las víctimas de la injusticia y la opresión.

“Recordamos hoy también las muertes que no debieron ocurrir. Recordamos con dolor a quienes han sido víctimas de la injusticia: hombres, mujeres y niños cuyas vidas fueron arrebatadas por la violencia: asesinatos, desapariciones, migración forzada, hambre, guerras, represión de sistemas totalitarios” como el que vive Nicaragua y que lo forzó al exilio.

“Su memoria clama por verdad, reparación y justicia… La fe no permite que la memoria de las víctimas se convierta en mero lamento; más bien la convierte en impulso para exigir justicia y trabajar por la conversión social y el compromiso en favor de la vida“, exclamó.

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