Monseñor Silvio Báez: dictaduras practican “religiosidad atea”
El obispo auxiliar de Managua en el exilio condenó la religiosidad vacua que aleja de la verdadera fe.
Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua, pronuncia homilía por primera vez en meses. 31 de agosto, 2025.
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En su homilía dominical del 26 de octubre, el obispo auxiliar de Managua en el exilio, Silvio José Báez, habló de la primacía de la humildad auténtica y la confianza en la misericordia divina sobre el orgullo, sobre todo en espacios religiosos, que juzga y desprecia a los demás, lo que llamó “religión del yo”.
Desde la parroquia de Santa Ágata en Miami, Florida, el jerarca nicaragüense advirtió sobre el fariseísmo que nubla el genuino significado de la fe.
Tomando del Evangelio de San Lucas, capítulo XVIII, monseñor Báez declara que: “El fariseo no ora, se alaba a sí mismo. Aunque está en el templo de Dios, practica la religión de quien por adorar su propio yo, deja de adorar al verdadero Dios“.
Contrastó esta actitud con la del publicano, un “pecador público” que, avergonzado, se mantuvo a distancia golpeándose el pecho y suplicando: “¡Oh, Dios! Apiádate de mí que soy un pecador”. En su vulnerabilidad, sin máscaras ni pretensiones, el cobrador de impuestos se abrió a la misericordia divina, convirtiéndose en el justo ante los ojos de Jesús, explicó Báez.
La parábola trasciende lo personal para iluminar realidades sociales y políticas, apuntó el obispo. En regímenes autoritarios de América Latina, líderes que invocan a Dios mientras oprimen y corrompen practican una “religiosidad atea”, similar al fariseo: se ven como castas superiores, exigen culto personal y niegan culpas, destruyendo el futuro de sus pueblos.
Finalmente, Báez invitó a la introspección colectiva: “Pidamos al Señor la gracia de conocernos, de no despreciar a nadie, de sentirnos pobres interiormente y necesitados de su misericordia“. Orando con manos vacías y corazón abierto, como el publicano, la fe genuina transforma individuos y sociedades hacia la justicia y el perdón divino.
Báez tuvo que exiliarse en 2019 por amenazas de la dictadura sandinista de Daniel Ortega y Rosario Murillo, cuyo régimen a menudo utiliza el cristianismo como medio de legitimidad. En particular, Murillo constantemente hace apelaciones a Dios y la religión cristiana durante sus discursos cotidianos, a pesar de que su régimen es señalado como responsables de crímenes de lesa humanidad.
Murillo, influida por prácticas esotéricas familiares, promueve una “visión profética” en discursos oficiales que mezcla sincretismo con símbolos como manos de Fátima o árboles de la vida en decoraciones gubernamentales, proyectando al dúo como ungidos divinos pese a su persecución contra obispos y clérigos disidentes